Puede sonar diferente, atípico, aburrido y demasiado lady, pero sin duda, tomar el té en el Museo de los Abanicos de Londres fue una gran experiencia en mi último viaje a la capital de Inglaterra.
El Museo de los Abanicos de Londres
Un pequeño museo diferente en Londres aparece por una de las encantadoras calles del distrito de Greenwich. Aparentemente es una casa típica, baja, con un pequeño vallado, pero dentro se encuentran auténticos tesoros con siglos de existencia y trabajo artesanal.
La cafetería Litte Kook, en Atenas, es un universo de fantasía que se descubre casi sin querer. Por arte de magia, callejeando por el barrio de Psirri de la capital griega, llegué hasta este café.
Recuerdo descubrir un tendido eléctrico en la calle, con lámparas colgando, y mirar los escaparates para dar con una curiosa cafetería que bien parecía una especie de decorado o una juguetería antigua. Justo enfrente, un carro de caballos que parecía salido del Londres más victoriano, guardaba la puerta del otro local custodiado en el tejado por un dragón. Sí, a falta de uno, ¡hay dos!
Yo ya no quiero restaurantes modernos con mesas de mármol y taburete metálico. A mí que me den comida de pueblo en un ambiente tan rural que no sepa si mi escapada es tan lejana que me he ido a pasar el día cerca de casa o he cogido un avión para irme bien lejos. Porque así es la experiencia en el restaurante Casa Elena en Cabañas de la Sagra: uno va a menos de una hora de Madrid pero vuelve a cambio a años atrás; a la niñez donde los días se hacían muy largos porque se vivía despacio, sin preocupaciones. Y se agradece. No solo eso sino también el retroceso a los sabores de la infancia, los de siempre, los de la abuela. Pero renovados.
En Casa Elena los productos no son del supermercado ni vienen de otros países. Allí todo es ecológico, sostenible, de temporada y de kilómetro 0, como los coches; es decir: que apenas han viajado. El pan puede ser del panadero local y las verduras de su huerta o la de algún paisano. Todo queda en el pueblo: Cabañas de la Sagra. Y si lo extendemos a la provincia, el restaurante Casa Elena ofrece carta de vinos y cervezas artesanas toledanas. Es una buena forma de valorar la gastronomía local a la par que impulsar el turismo de la zona.
Me gusta Wes Anderson y adentrarme en su universo a través de sus películas, pero nunca lo había hecho tanto que sentí que formaba parte de una de ellas. Esto me sucedió hace cosa de un mes en el café Luce de la Fundación Prada de Milán. Éste ha sido concienzudamente diseñado y decorado por el director de cine norteamericano Wes Anderson.
La Fundación Prada en Milán
Alejado del centro de la ciudad, en un antiguo edificio abandonado con aire industrial, se encuentra la sede artística de la Fundación Prada. Sí, la firma de ropa de lujo se vuelca, como los italianos pudientes del Renacimiento, en llevar el arte a los ojos de todo el que pase por delante. Así, en 2015 inauguraron su nuevo espacio proyectado por el arquitecto holandés Rem Koolhaas, premio Pritzker. En él se exponen diferentes colecciones artísticas y exposiciones temporales.
El Café Luce de Wes Anderson en Milán
El elegido para desarrollar el proyecto del café fue el director de cine independiente -ya no ta independiente- Wes Anderson. Los universos plasmados en las películas de éste, son auténticos lugares de ensueño vintage. Enamoran a cualquiera. Moonrise Kingdom, Los Tenenmbaums y Gran Hotel Budapest son algunos de sus trabajos. En éste último, precisamente, cuenta la historia de una joven pastelera, Agatha. La chica trabaja en la pastelería de Herr Mendl y lleva pastelitos perfectamente decorados en cajas color rosa pastel. Estas podrían tener perfectamente su destino en Milán.
Un café en el Bar Luce
La carta ofrece desayunos o meriendas. Auténticos cafe latte italianos con deliciosos pasteles: croissants rellenos de crema o trozos de tarta que bien podrían haber hecho artesanalmente en Mendl´s, como comentaba antes.
No solo eso: no podían faltar helados. Se trata de los helados italianos cremosos con los que a uno se le hace la boca agua. Sabores muy coloridos y afrutados no podían faltar en la oferta en este lugar. Sin duda un viaje a la infancia, sentimiento que Wes Anderson se esfuerza por reforzar en sus trabajos.
¡Feliz 2017 a todos! Os deseo, desde Madrid, mucho éxito y salud en este nuevo año que comienza. Aunque quede lejano, porque forma parte de 2016, se trata de esta misma semana cuando hice la última escapada del año y atravesé muros de niebla hasta llegar a León. Esta ciudad castellana se está convirtiendo, cada vez más, en un lugar donde hacer una escapada gastro-cultural de un par de días.
Como he visitado varias veces la ciudad, esta escapada fue más de descanso y de buen comer que de turismo por los monumentos de la ciudad.
Visitas imprescindibles en León
Catedral de León
La Pulchra leonina (la bella Leonesa) , de influencia francesa e iniciada en el siglo XIII, ubicada en pleno Camino de Santiago, es una de las grandes obras del gótico. Bajo mi punto de vista, es una de las joyas góticas más bonitas y menos explotadas que existen.
Nunca antes se me había ocurrido pensar en las similitudes entre el pan y la cerveza hasta que el sábado presencié el taller de elaboración de pan con cerveza, realizado por Panic y Casimiro Mahou con motivo de la celebración de la semana de la cerveza (Madrid Beer Week) en la capital.
El restaurante Dabbawala fue el lugar elegido. Allí, los asistentes pudimos conocer de primera mano los cuatro tipos de cervezas que la marca ha sacado en honor al fundador, Casimiro Mahou. Éste quiso unir las materias primas de su tierra, Francia, con la buena calidad del agua madrileña. La prosperidad del negocio no fue obra suya sino de sus hijos. Gracias a ello están al alcance de nuestras manos Amaniel, Maravillas, Marcenado y Jacometrezo, dos lagers -de fermentación baja- y dos ales -de fermentación alta-.
El concepto de la capilla como lugar de culto y advocación de los patrones que se ha tenido durante siglos se ha visto ampliado hasta llegar a ser un lugar de reunión donde cenar, charlar , tomar una copa y divertirse.
La rehabilitación de edificios históricamente religiosos para fines de ocio es algo muy común a día de hoy; sobre todo, en España, donde el catolicismo ha estado más arraigado. Así, estamos acostumbrados a ver esta práctica en lugares que posteriormente suelen ser utilizados para fines hoteleros. En ocasiones, los dueños han querido ir más allá y hacer que el ambiente místico de las edificaciones. Sobre todo, creado por la luz que traspasa sus vidrieras y muros. Esta acompaña a los clientes en buenos ratos con amigos y familiares, mientras se come o se toma una copa.
Las nuevas iglesias bares
La Capilla de La Bolsa
La antigua ermita medieval de Santa Cruz, relacionada con la orden de los templarios, acoge cada noche a los comensales del restaurante que en su día fue sede de la decimonónica primera Bolsa madrileña y que anteriormente había sido lugar de culto. Una bóveda de cañón y decoración de pan de oro se mezclan en la misma sala con un piano de cola rococó. Su música hace las delicias para los oídos de los clientes en el salón principal. En este se sirven las mesas con platos de cocina mediterránea. No obstante existe otra sala de estilo Art Decó, que da un aire más informal a la estancia, que porta una estela chic, ideal para cócteles.
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