El pasado martes 17 de marzo fui una de las personas afortunadas en conocer en primicia estas exposiciones que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) ofrece a los visitantes del 18 de marzo al 14 de septiembre en el edificio Sabatini.
Situadas en diferentes plantas del edificio, destaca el cartel ofrecido, con los grandes del arte contemporáneo de los siglos XIX y XX:
– Gauguin, Van Gogh, Renoir, Redon, Pissarro,Picasso, Manet, Modigliani, Monet, Cézanne, Chagall, Soutine, Jawlensky o Hodler, en Coleccionismo y Modernidad.
– Munch, Kandinsky, Picasso, Juan Gris, Fernand Léger, Georges Braque, Le Corbusier, Giacometti, André Masson, Ernst, Paul Klee, Mondrian, Richter, Rothko, Donald Judd y Andy Warhol, entre otros, en Fuego Blanco.
Las colecciones hermanas, procedentes del Kunstmuseum de Basilea – cerrado por obras de renovación-, pertenecieron a dos grandes coleccionistas y amigos: Rudolf Staechelin (1881-1946) y Karl Im Obersteg (1883-1969). Staechelin comenzó en 1914 a coleccionar arte moderno francés del siglo XIX (del cual se exponen 18 de dichas obras), mientras que Obersteg se dedicó a adquirir desde 1916 obras maestras modernistas (de las cuales se exponen 44), ejerciendo el denominado Coleccionismo Burgués.
La muestra, cedida de forma gratuita, ofrece 62 pinturas en las que se profundiza sobre el fenómeno del coleccionismo y se destaca su importancia en el arte moderno. Apostar por los artistas coetáneos fue un gesto de valentía y filantropía excepcional por parte de estos coleccionistas.
La primera muestra, Coleccionismo y Modernidad, con pinturas impresionistas sobre todo, muestra la variedad de estilos, de técnicas, de formas de entender el arte en una misma época. Esos contrastes empapan al público sala a sala. Por su parte, la segunda, Fuego Blanco, una de las colecciones más importantes en Europa de Arte Contemporáneo, muestra más la evolución de éste que los contrastes en un determinado momento, aunque destaco la desigualdad del cubismo en diferentes autores en la misma época.
Una exposición un tanto ambiciosa, más por su renombre que por su exquisitez. Merece la pena visitarla, siempre la merece si lo ilustre de la Historia del Arte contemporáneo se da cita en ella, pero no cautiva, no seduce. Se cogen las ideas pero uno no se empapa de ellas.
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